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Quito. 20 jul 99. (Editorial)
La Sociedad Deportiva Crack, una de las entidades deportivas más prestigiosas de la capital, estuvo de fiesta: celebró el día de la familia que organizó la directiva del club. Al local, situado en la calle San Gabriel, al norte de la capital, lo identifica un gran letrero con los colores tradicionales, burdeos y blanco: S. D. Crack, fundada en 1936. César Larrea, Francisco Saá Chacón, el presidente Mario Carrillo y su más reciente socio afiliado, Aníbal Carrillo Páez, para citar cuatro nombres, nos dieron la bienvenida. En las paredes del amplio local está, prácticamente, escrita la historia de la entidad. Hay fotografías que, perfectamente enmarcadas para preservarlas del tiempo, nos trasladan a las noches de alegría y bohemia en las que la gracia, las ocurrencias y el chiste fino forjaron un ayer que permanece vigente en la memoria de sus actores. Los Potolos, Gonzalo Benítez y Luis Alberto Valencia, al igual que Ernesto Albán, fueron socios eméritos que alegraron muchísimas jornadas. Un documento que es historia, establece la partida de nacimiento del conocido tema "Vasija de barro", que se escribió en casa del laureado pintor Oswaldo Guayasamín. Hay un pergamino que otorgó al club, en sus Bodas de Oro, la Concentración Deportiva de Pichincha. Y entre otras, una placa que recibió el Crack cuando ascendió a la primera categoría del fútbol de Pichincha. No falta la galería de presidentes. Se encargó a Claudio Mena Villamar, Edgar Freire y César Larrea recordar el ayer, con recuerdos y nostalgias del Quito de antes.
"Revivamos el bello pasado, más mejor que el fiero aurita", dijo el último de los nombrados en su intervención. Jorge Salas Mancheno interpretó, una vez más, su "Balcón quiteño". Arturo Sampedro leyó su poema "Ese mi Quito de ayer". Se lució un dúo (violín y guitarra) de estudiantes del colegio Montúfar.
Hubo la "hora social", en la que tomaron parte, como en tantas jornadas del ayer, los socios del Crack. Hubo derroche de humor, alegría y hermosas añoranzas. Del Crack, quiteñísima entidad fundada en el barrio de la Guaragua, en casa de la familia Moscoso-Cuesta, tenemos este recuerdo: una tarde de mayo de 1950, cuando su equipo de fútbol, lujosamente uniformado, salió a la cancha del estadio del Arbolito, acompañaba su técnico, el "gordo" Mario Ramadán. En su camiseta lucía, como distintivo, una letra "E" grande. Al preguntar a uno de los jugadores del equipo, Fausto Dueñas, por el significado de esa letra, nos respondió: "Creo que quiere decir… ¡Embutido!"
(DIARIO HOY)
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